sábado, noviembre 29

EL ORIGEN DEL HOMBRE



Un famoso mito explica el origen de la especie recurriendo a la acción de un dios creador: Quetzalcóatl viajó al Lugar de la Muerte, recogió allí materia ósea, la llevó a Tamoanchan y vertió sobre ella sangre que extrajo de su propio pene. La mezcla dio origen a la primera pareja humana. Junto a este mito aparecen otros que se refieren a la existencia de los hombres en un lugar donde aguardan la oportunidad de salir a la superficie de la tierra. Este sitio es subterráneo, cavernoso, y se le representa como una montaña que alberga en su seno siete grupos humanos a punto de ser paridos. Su nombre es Chicomóztoc (Lugar de las Siete Cuevas), y se considera el origen de todos los hombres, aunque cada nacimiento tenga que reducirse al número canónico de siete conjuntos. Cada grupo saldrá dirigido por su dios patrono, quien le otorgará las especificidades esenciales. De esta manera se aplica la misma ley que rige a los dioses: un creador se segmenta en varios creadores; una creación se segmenta en varias creaciones. El ser humano, como tal, recibe sus atributos genéricos; el grupo, como tal, recibe sus atributos específicos. Siendo dos los nacimientos, tanto los primeros como los segundos atributos son esenciales.

Otro de ellos cuenta que los dioses vivían con sus padres. Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl, en Tamoanchan o Xúchitl Icacan; pero su apacible existencia concluyó debido a que se atrevieron a cortar flores y ramas de los árboles de aquel vergel. Furiosos el Padre y la Madre por la conducta de sus hijos, los echaron de Tamoanchan, arrojándolos a la superficie de la tierra y al Lugar de la Muerte. Pese a su parecido con la tradición bíblica, la antigüedad americana de este mito está documentada en la iconografía.


Alfredo López Austin

 
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