En la morada de los dioses Diógenes es consagrado “sabueso celestial”.
Las muertes de Diógenes articulan la fábula de su vida. Rechazo a la civilización en el emblema de la carne cruda. Sublevación e ironía en la mordedura del perro. Autonomía en el control de la respiración. Poder (Alejandro) y resistencia (Diógenes).Hay varias versiones sobre la muerte de Diógenes. Una es que murió de un cólico luego de ingerir un pulpo crudo. Otra indica que habría muerto voluntariamente conteniendo la respiración. Otra versión afirma que, al tratar de compartir un pulpo con los perros, fue mordido con tal ferocidad en que esto causó su muerte. El fin de Diógenes el perro sugiere menos un fenómeno biológico que narrativo: la razón cínica aparece abreviada en un puñado de réquiems que no solo resultan consecuentes con su vida sino que en cierto modo la crean.
Diógenes estima que solo puede ser dueño de sí mismo quien toma a la sabiduría como única moneda de buena ley y por ella está dispuesto a cambiar todas las demás cosas.
Un puñado de epitafios orales simbolizan la crítica más radical a la civilización que nos ha legado la antigüedad clásica, la carcajada más tenaz e irreverente que revela el único método que un cínico griego considera digno de aplicar a la filosofía: el de preguntarse si es posible o no vivir de acuerdo a sus principios.
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