sábado, junio 13

Cosmología y palingenesia



Los mayas pensaban que había trece cielos dispuestos en capas sobre la tierra y que eran regidos por sendos dioses llamados Oxlahuntiku. La tierra se apoyaba en la cola de un enorme cocodrilo o de un reptil monstruoso que flotaba en el océano.

Existían nueve mundos subterráneos, también dispuestos en capas, y regidos por sendos dioses, los Bolontiku, que gobernaban en interminable sucesión sobre un "ciclo" o "semana" de nueve noches. El tiempo era considerado una serie de ciclos sin principio ni fin, interrumpidos por cataclismos o catástrofes que significaban el retorno al caos primordial. Pero nunca se acabaría el mundo porque creían en la palingenesia, la regeneración cíclica del universo. Los libros del Chilam Balam exponen predicciones acerca de esos ciclos de destrucción y renacimiento, como la que relata la sublevación de los nueve dioses contra los trece dioses celestiales, el robo de la gran Serpiente, el derrumbe del firmamento y el hundimiento de la tierra.




También en el Chilam Balam se dice que en 1541 llegaron los dzules, los extranjeros. Hasta ese momento estaba medido "el tiempo de la bondad del sol, de la celosía que forman las estrellas, desde donde los dioses nos contemplan", pero llegaron los dzules y lo deshicieron todo. "Enseñaron el temor, marchitaron las flores, chuparon hasta matar la flor de los otros porque viviese la suya": habían venido "a castrar al Sol". Según los mayas lacandones, cuando se acabe el mundo los dioses decapitarán a todos los solteros, los colgarán por los talones y juntarán su sangre en vasijas para pintar su casa. Después reconstruirán la ciudad de Yaxchilán, donde se habrán refugiado los lacandones. Según otra versión, los jaguares de Cizín, dios del inframundo, se comerán al Sol y la Luna.

 
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